Acerca de |
Poemas en Francés es un blog que pretende acercar poemas de lengua francesa al castellano |
Frases |
"Por principio, toda traducción es buena. En cualquier caso, pasa con ellas lo que con las mujeres: de alguna manera son necesarias, aunque no todas son perfectas" Augusto Monterroso -La palabra mágica-
"Es imposible traducir la poesía. ¿Acaso se puede traducir la música?" Voltaire
"La traducción destroza el espíritu del idioma" Federico García Lorca |
Archivos |
|
|
Oscar Wladislas de Lubicz Milosz -Le pont- |
lundi, avril 05, 2004 |
Le pont Oscar Wladislas de Lubicz Milosz (Lituanie, 1877-1939)
Les feuilles mortes tombent dans l’air dormant. Vois, mon cœur, ce que l’automne a fait à ta chère île : Comme elle est pâle ! Quelle orpheline au cœur tranquille ! Les cloches sonnent, sonnent à Saint-Louis-en-l’Isle Pour le fuchsia mort de la patronne du chaland.
Tête basse, deux vieux chevaux très humbles, somnolents, prennent leur dernier bain. Un gros chien noir aboie et menace de loin. Sur le pont, il n’y a que moi et mon enfant : Robe fanée, faibles épaules, visage blanc, Un bouquet dans les mains.
O mon enfant ! Ce temps qui vient ! Pour eux ! Pour nous ! O mon enfant ! Ce temps qui vient !
El puente
Las hojas secas caen en el aire dormido. Mira, corazón mío, lo que el otoño le ha hecho a tu isla querida: ¡Qué pálida está! ¡Qué huérfana de corazón tranquilo! Suenan las campanas, suenan en San Luis de la Isla Para la fucsia muerta del ama de la barcaza.
Con la cabeza gacha dos viejos caballos muy humildes, soñolientos toman su último baño. Un perrazo negro ladra y amenaza de lejos. En el puente sólo estamos yo y mi niña: Vestido desteñido, hombros endebles, rostro blanco, Un ramo de flores en las manos
¡Oh mi niña! ¡Ese tiempo que viene! ¡Para ellos! ¡Para nosotros! ¡Oh mi niña! ¡Ese tiempo que viene!
Versión de Carlos Cámara y Miguel Ángel FrontánLibellés : Oscar Wladislas Lubicz de Milosz |
posted by Alfil @ 4:55 PM |
|
|
Oscar Wladislas de Lubicz Milosz -Les terrains vagues- |
|
Les terrains vagues Oscar Wladislas de Lubicz Milosz (Lituanie, 1877-1939)
Comment m’es-tu venu, ô toi si humble, si chagrin ? Je ne sais plus. Sans doute comme la pensée de la mort, avec la vie même. Mais de ma Lithuanie cendreuse aux gorges d’enfer du Rummel, De Bow-Street au Marais et de l’enfance à la vieillesse
J’aime (comme j’aime les hommes, d’un vieil amour Usé par la pitié, la colère et la solitude) ces terrains oubliés Où pousse, ici trop lentement et là trop vite, Comme les enfants blancs dans les rues sans soleil, une herbe
De ville, froide et sale, sans sommeil, comme l’idée fixe, Venue avec le vent du cimetière, peut-être Dans un de ces ballots d’étoffe noire, lisse et lustrée, oreillers Des vieilles dormeuses des berges, dans les terribles crépuscules.
De toute ma jeunesse consumée dans le sud Et dans le nord, j’ai surtout retenu ceci : mon âme Est malade, passante, comme l’herbe altérée des murs, Et on l’a oubliée, et on la laisse ici.
J’en sais un qu’obscurcit un cèdre du Liban ! Vestige De quelque beau jardin de l’amour virginal. Et je sais, moi, que le saint arbre Fut planté là, jadis, en son doux temps, afin De porter témoignage ; et le serment tomba dans la muette éternité,
Et l’homme et la femme sans nom sont morts, et leur amour Est mort, et qui donc se souvient ? Qui ? Toi peut-être Toi, triste, triste bruit de la pluie sur la pluie, Ou vous, mon âme. Mais bientôt vous oublierez cela et le reste.
Quand venait l’hiver des faubourgs ; quand le chaland Voyageait dans la brume de France, qu’il m’était doux, Saint-Julien-le-Pauvre, de faire le tour
De ton jardin ! Je vivais dans la dissipation La plus amère ; mais le cœur de la terre m’attirait Déjà ; et je savais qu’il bat non sous la roseraie Choyée, mais là où croît ma sœur ortie, obscure, délaissée.
Ainsi donc, si tu veux me plaire —après ! loin d’ici ! toi Murmurant, ruisselant de fleurs ressuscitées, toi jardin Où toute solitude aura un visage et un nom Et sera une épouse,
Réserve au pied du mur moussu dont les lézardes Montrent la ville Ariel dans les chastes vapeurs, Pour mon amour amer un coin ami du froid et de la moisissure Et du silence ; et quand la vierge au sein de Thumîm et d’Urîm
Me prendra par la main et me conduira là, que les tristes terrestres Se ressouviennent, me reconnaissent, me saluent : le chardon et la haute Ortie et l’ennemie d’enfance belladone. Eux, ils savent, ils savent.
Los terrenos baldíos
¿Cómo llegaste a mí, tú, tan humilde, tan doliente? Ya no lo sé. Sin duda como el pensamiento de la muerte, con la vida misma. Pero, de mi cenicienta Lituania a las gargantas infernales del Rummel, De Bow-Street al Marais y de la infancia a la vejez,
Amo (como amo a los hombres, con un viejo amor Gastado por la compasión, el enojo y la soledad) esos terrenos olvidados Donde crece, muy despacio aquí y allí muy rápido, Como los niños blancos en las calles sin sol, una hierba
De ciudad, fría y sucia, sin sueño, como la idea fija, Traída por el viento del cementerio, quizás En uno de esos bultos de tela negra, lisa y lustrosa, almohadas De las viejas durmientes de los muelles, en los terribles ocasos.
De toda mi juventud consumida en el sur Y en el norte, retuve esto sobre todo: mi alma Está enferma, de paso, como la hierba sedienta de los muros, Y la olvidaron, y la dejaron aquí.
Sé de uno al que da sombra un cedro del Líbano. Vestigio De algún hermoso jardín del amor virginal. Y yo sé que el arbol santo Fue plantado allí, antaño, en su tiempo justo, a fin De dar testimonio; y el juramento cayó en la muda eternidad,
Y el hombre y la mujer sin nombre están muertos, y su amor Está muerto, ¿y quién se acuerda acaso? ¿Quién? Tú, quizás, Tú, triste, triste ruido de la lluvia sobre la lluvia, O tú, alma mía. Pero pronto olvidarás eso y el resto.
Y ese otro donde el fuerte viento, la lluvia y la niebla tienen su iglesia. Cuando llegaba el invierno de los suburbios; cuando la barcaza Viajaba en la bruma de Francia, ¡qué grato me era, San Julián el Pobre, pasearme
Por tu jardín! Yo vivía en la disipación Más amarga; pero ya el corazón de la tierra Me atraía; y yo sabía que late no debajo del rosal Mimado, sino allí donde crece mi hermana la ortiga, obscura, abandonada.
Así pues, si quieres serme agradable —¡después! ¡lejos de aquí! Tú Susurrante, desbordante de flores resucitadas, tú, jardín En el que toda soledad tendrá un rostro y un nombre Y será una esposa,
Reserva al pie del muro cubierto de musgo cuyas rajaduras Dejan ver la ciudad Ariel en los castos vapores, Para mi amor amargo un rincón amigo del frío y del moho Y del silencio; y cuando la virgen de pechos de Tumím y de Urím
Me tome de la mano y me lleve allí, que los tristes terrestres Recuerden otra vez, me reconozcan, me saluden: el cardo y la alta Ortiga, y la enemiga de infancia belladona. Ellos saben, saben.
Versión de Carlos Cámara y Miguel Ángel FrontánLibellés : Oscar Wladislas Lubicz de Milosz |
posted by Alfil @ 4:48 PM |
|
|
Oscar Wladislas de Lubicz Milosz -Dans un pays d’enfance...- |
|
Dans un pays d’enfance... Oscar Wladislas de Lubicz Milosz (Lituanie, 1877-1939)
Dans un pays d’enfance retrouvée en larmes, Dans une ville de battements de cœurs morts, (De battements d’essor tout un berceur vacarme, De battements d’ailes des oiseaux de la mort, De clapotis d’ailes noires sur l’eau de mort). Dans un passé hors du temps, malade de charme, Les chers yeux de deuil de l’amour brûlent encore D’un doux feu de minéral roux, d’un triste charme ; Dans un pays d’enfance retrouvée en larmes… —Mais le jour pleut sur le vide de tout.
Pourquoi m’as-tu souri dans la vieille lumière Et pourquoi, et comment m’avez-vous reconnu Etrange fille aux archangéliques paupières, Aux riantes, bleuies, soupirantes paupières, Lierre de nuit d’été sur la lune des pierres ; Et pourquoi et comment, n’ayant jamais connu Ni mon visage, ni mon deuil, ni la misère Des jours, m’as-tu si soudainement reconnu Tiède, musicale, brumeuse, pâle, chère, Pour qui mourir dans la nuit grande de tes paupières ? —Mais le jour pleut sur le vide de tout.
Quels mots, quelles musiques terriblement vieilles Frissonnent en moi de ta présence irréelle, Sombre colombe des jours loin, tiède, belle, Quelles musiques en écho dans le sommeil ? Sous quels feuillages de solitude très vieille, Dans quel silence, quelle mélodie ou quelle Voix d’enfant malade vous retrouver, ô belle, O chaste, ô musique entendue dans le sommeil ? —Mais le jour pleut sur le vide de tout.
En un país de infancia...
En un país de infancia vuelta a encontrar, llorando, En una ciudad de latidos de corazones muertos, (Arrullador estrépito de vuelos que comienzan De aleteos de los pájaros de la muerte, Chapotear de alas negras en el agua de muerte). En un pasado fuera del tiempo, enfermo de encanto, Los queridos ojos de luto del amor arden aún Con suave fuego de mineral rojizo, con triste encanto; En un país de infancia vuelta a encontrar, llorando... -Pero sobre el vacío de todo llueve el día.
¿Por qué, por qué me sonreíste en la luz vieja Y por qué y cómo me reconociste, Extraña joven de arcangélicos párpados, De risueños, azulados, suspirantes párpados, Hiedra de noche de estío en la luna de las piedras; Y por qué y cómo, sin haber conocido nunca Ni mi cara, ni mi duelo, ni la miseria De los días, me reconociste tan repentinamente Tibia, musical, brumosa, pálida, querible, Por quien morir en la noche grande de tus párpados? -Pero sobre el vacío de todo llueve el día.
¿Qué palabras, qué músicas terriblemente viejas Con tu presencia irreal tiemblan en mí, Paloma obscura de los días lejos, tibia, bella, Qué ecos de músicas en el sueño? ¿Debajo de qué frondas de soledad muy vieja, En qué silencio, en qué melodía, en qué Voz de niño enfermo volver a hallarte, oh bella, Oh casta, oh música oída en sueños? -Pero sobre el vacío de todo llueve el día.
Versión de Carlos Cámara y Miguel Ángel FrontánLibellés : Oscar Wladislas Lubicz de Milosz |
posted by Alfil @ 4:41 PM |
|
|
Oscar Wladislas de Lubicz Milosz -Le vieux jour- |
|
Le vieux jour Oscar Wladislas de Lubicz Milosz (Lituanie, 1877-1939)
Le vieux jour qui n’a pas de but veut que l’on vive Et que l’on pleure et se baigne avec sa pluie et son vent. Pourquoi ne veut-il pas dormir toujours à l’auberge des nuits Le jour qui menace les heures de son bâton de mendiant ?
La lumière est tiède aux dortoirs de l’hôpital de la vie ; La blancheur patiente des murs est faite de chères pensées. Et la pitié qui voit que le bonheur s’ennuie Fait neiger le ciel vide sur les pauvres oiseaux blessés.
Ne réveille pas la lampe, ce crépuscule est notre ami, Il ne vient jamais sans nous apporter un peu de bon vieux temps. Si tu le chassais de notre chambre, la pluie et le vent Se moqueraient de son triste manteau gris.
Ah ! certes, s’il existe une douceur ici-bas Ce ne peut être qu’aux vieux cimetières graves et bons Où la faiblesse ne dit plus oui, où l’orgueil ne dit plus non, Où l’espoir ne tourmente plus les hommes las.
Ah ! certes, là-bas, sous les croix, près de la mer indifférente Qui ne songe qu’au temps jadis, tous les chercheurs Trouveront enfin leurs âmes aux sourires anxieux d’attente Et les consolations sûres des nuits meilleures.
Verse cet alcool dans le feu, ferme bien la porte, Il y a dans mon cœur des abandonnés qui grelottent. On dirait vraiment que toute la musique est morte Et les heures sont si longues !
Non, je ne veux pas plus voir en toi l’amie : Ne sois qu’une chose extrêmement douce, crois-moi, Une fumée au toit d’une chaumière, dans le soir : Tu as le visage de la bonne journée de ta vie.
Pose ta douce tête d’automne sur mes genoux, raconte-moi Qu’il y a un grand navire, tout seul, tout seul, sur la mer ; N’oublie pas de me dire que ses lumières ont froid Et que ses vêtements de toile font rire l’hiver.
Parle-moi des amis qui sont morts il y a longtemps. Ils dorment dans des tombeaux que nous ne verrons jamais, Là-bas bien loin, dans un pays couleur de silence et de temps. S’ils revenaient comme nous saurions les aimer !
Dans le cabaret près du fleuve il y a de vieux orphelins Qui chantent parce que le silence de leurs âmes leur fait peur. Debout sur le seuil d’or de la maison des heures L’ombre fait le signe de la croix sur le pain et le vin.
El viejo día
El viejo día sin meta quiere que vivamos Y que lloremos y nos empapemos con su lluvia y su viento. ¿Por qué no quiere dormir siempre en el albergue de las noches El día que amenaza las horas con su palo de mendigo?
Tibia es la luz en los dormitorios del hospital de la vida; Queridos pensamientos forman el paciente blancor de los muros. Y la piedad que ve que la dicha se aburre Hace nevar el cielo vacío sobre los pobres pájaros heridos.
No despiertes la lámpara, el crepúsculo es nuestro amigo, Nunca viene sin traernos un poco de buen viejo tiempo. Si lo echases de nuestra habitación, la lluvia y el viento Se burlarían de su triste manto gris.
Por cierto, ah, si existe dulzura aquí abajo Sólo puede estar en los viejos cementerios graves y buenos Donde ya no dice sí la debilidad, donde el orgullo ya no dice no, Donde la esperanza no atormenta más a los hombres cansados.
Por cierto, ah, allá, bajo las cruces, cerca del mar indiferente Que sólo piensa en el tiempo pasado, los que buscan Hallarán por fin sus almas de sonrisas ansiosas por la espera Y los seguros consuelos de las noches mejores.
Echa al fuego este alcohol, cierra bien la puerta, Hay en mí pecho seres abandonados que tiritan de frío. Se diría realmente que toda la música está muerta Y las horas son tan largas.
No, no quiero verte más como mi amiga: Sólo debes ser algo, créeme, sumamente grato, Humo en el techo de una choza, en el ocaso: Tienes el rostro de la buena jornada de tu vida.
Posa tu dulce cabeza otoñal en mis rodillas, cuéntame Que hay un gran navío, muy solo, muy solo, mar adentro; No olvides decirme que sus luces tienen frío Y que sus ropajes de tela le dan risa al invierno.
Háblame de los amigos muertos desde hace largo tiempo. Duermen en tumbas que no veremos nunca jamás, Allá muy lejos, en un país color de silencio y de tiempo. Si volviesen, ¡cómo sabríamos amarlos!
En la taverna junto al río hay viejos huérfanos Que cantan porque el silencio de sus almas les da miedo. De pie en el umbral de oro de la casa de las horas La sombra hace el signo de la cruz sobre el vino y el pan.
Versión de Carlos Cámara y Miguel Ángel FrontánLibellés : Oscar Wladislas Lubicz de Milosz |
posted by Alfil @ 4:29 PM |
|
|
|
|