Victor Hugo -Les insulteurs- |
vendredi, septembre 02, 2005 |
Les insulteurs Victor Hugo (1802 -1885)
Pourvu que son branchage, au-dessus du marais, Verdisse, et soit le dôme énorme des forêts, Qu'importe au chêne l'eau hideuse où ses pieds trempent ! Les insectes affreux de la poussière rampent Sous le bloc immobile aux broussailles mêlé ; Mais au géant de marbre, auguste et mutilé, Au sphinx de granit, rose et sinistre, qu'importe Ce que de lui, sous lui, peut penser le cloporte ! Dans la nuit où frémit le palmier convulsif, Le colosse, les mains sur ses genoux, pensif, Calme, attend le moment de parler à l'aurore ; Si la limace bave à sa base, il l'ignore ; Ce dieu n'a jamais su qu'un crapaud remuait ; Pendant qu'un ver sur lui glisse, il garde, muet, Son mystère effrayant de sonorité sombre ; Et le fourmillement des millepieds sans nombre N'ôte pas à Memnon, subitement vermeil, La formidable voix qui répond au soleil.
Los insultadores
Con tal que sus ramajes se extiendan como espléndidos boscajes, ¿qué caso habrá de hacer el cedro erguido del fango corrompido donde sus plantas posa, ni del cieno con que el pequeño mísero gusano de torpe envidia lleno quiera manchar su tronco soberano?
Al viejo torreón, perpetuo emblema de bélico poema; al Esfinge, entre escombros escondido, Coloso, que aun dormido la muerte misma lo contempla absorta, la injuria de una hormiga ¿qué le importa?
En el silencio de la noche, cuando sus alas bate, de placer temblando, el ángel de los sueños fugitivo, con los brazos cruzados, pensativo, el Coloso los astros contemplando en abstracción profunda se recrea. Entonces él ignora si su sombra que á veces le rodea, odio, calumnia ó liviandad se nombra: no sabe porqué silba la serpiente, porqué la hiena muerde, porqué miente la azucena al clavel en sus amores; por qué se mueve el asqueroso enjambre de insectos roedores, porqué son los satélites del hambre de Dios calumniadores.
En tanto que la turba de reptiles creyéndolo dormido, se consulta cuál ha de ser el que mejor le insulta, él en calma contempla de la aurora el rayo que las sombras desvanece y más y más los horizontes dora con su fúlgida luz...Hablar parece…
Su frente se enrojece, su pálida mejilla se colora, su cuerpo se estremece, inflámanse sus ojos, su cabeza enérgica levanta con tanta majestad y tal firmeza que, al remover la planta, cobarde tiembla y permanece muda la turba de gusanos roedores; ¡y el sol con luz espléndida saluda al gran despreciador de insultadores!
Versión R. M. De MendiveLibellés : Victor Hugo |
posted by Alfil @ 6:56 AM |
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