Poemas en Francés





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Sully Prudhomme -Un rendez-vous-
mardi, novembre 02, 2004
Un rendez-vous
Sully Prudhomme (1839-1907)

Dans ce nid furtif où nous sommes,
Ô ma chère âme, seuls tous deux,
Qu'il est bon d'oublier les hommes,
Si près d'eux.

Pour ralentir l'heure fuyante,
Pour la goûter, il ne faut pas
Une félicité bruyante,
Parlons bas;
Craignons de la hâter d'un geste,
D'un mot, d'un souffle seulement,
D'en perdre, tant elle est céleste,
Un moment.

Afin de la sentir bien nôtre,
Afin de la bien ménager,
Serrons-nous tout près l'un de l'autre
Sans bouger;
Sans même lever la paupière:
Imitons le chaste repos
De ces vieux châtelains de pierre
Aux yeux clos,
Dont les corps sur les mausolées,
Immobiles et tout vêtus,
Loin de leurs âmes envolées

Se sont tus;
Dans une alliance plus haute
Que les terrestres unions,
Gravement comme eux, côte à côte,
Sommeillons.
Car nous n'en sommes plus aux fièvres
D'un jeune amour qui peut finir;
Nos coeurs n'ont plus besoin des lèvres
Pour s'unir,
Ni des paroles solennelles
Pour changer leur culte en devoir,
Ni du mirage des prunelles
Pour se voir.

Ne me fais plus jurer que j'aime,
Ne me fais plus dire comment;
Goûtons la félicité même
Sans serment.
Savourons, dans ce que nous disent
Silencieusement nos pleurs,
Les tendresses qui divinisent
Les douleurs!

Chère, en cette ineffable trêve
Le désir enchanté s'endort;
On rêve à l'amour comme on rêve
À la mort.
On croit sentir la fin du monde;
L'univers semble chavirer
D'une chute douce et profonde,
Et sombrer...

L'âme de ses fardeaux s'allége
Par la fuite immense de tout;
La mémoire comme une neige
Se dissout.
Toute la vie ardente et triste,
Semble anéantie alentour,
Plus rien pour nous, plus rien n'existe
Que l'amour.

Aimons en paix: il fait nuit noire,
La lueur blême du flambeau
Expire... Nous pouvons nous croire
Au tombeau.
Laissons-nous dans les mers funèbres,
Comme après le dernier soupir,
Abîmer, et par leurs ténèbres
Assoupir...

Nous sommes sous la terre ensemble
Depuis très-longtemps, n'est-ce pas?
Écoute en haut le sol qui tremble
Sous les pas.
Regarde au loin comme un vol sombre
De corbeaux, vers le nord chassé,
Disparaître les nuits sans nombre
Du passé,
Et comme une immense nuée
De cigognes (mais sans retours!)
Fuir la blancheur diminuée
Des vieux jours...
Hors de la sphère ensoleillée
Dont nous subîmes les rigueurs,

Quelle étrange et douce veillée
Font nos coeurs?
Je ne sais plus quelle aventure
Nous a jadis éteint les yeux,
Depuis quand notre extase dure,
En quels cieux.

Les choses de la vie ancienne
Ont fui ma mémoire à jamais,
Mais du plus loin qu'il me souvienne
Je t'aimais...
Par quel bienfaiteur fut dressée
Cette couche? et par quel hymen
Fut pour toujours ta main laissée
Dans ma main?
Mais qu'importe! Ô mon amoureuse,
Dormons dans nos légers linceuls,
Pour l'éternité bienheureuse
Enfin seuls!


Una cita

En este nido furtivo
en que nos encontramos los dos solos,
¡oh alma querida, cuán agradable es olvidarse
de los hombres estando tan cerca de ellos!

Para que la hora que huye
vaya más lentamente, para gozar de ella
no es necesaria una alegría ruidosa. Hablemos quedo.
Temamos acelerarla con un gesto,
con una palabra, incluso con un soplo.
Es tan celeste, que hemos de procurar
no perder uno solo de sus momentos.

Para sentirla bien nuestra,
para que no se gaste, estrechémonos
el uno contra el otro sin movernos.
Sin levantar siquiera los párpados, imitemos
el casto reposo de esos viejos castellanos de piedra,
de ojos cerrados, cuyos cuerpos inmóviles
y vestidos de pies a cabeza se han callado en el mausoleo,
lejos de sus almas, que emprendieron el vuelo.

Dormitemos gravemente como ellos,
en una alianza más sublime que las uniones terrenales.
Porque para nosotros pasaron ya los ardores
del amor joven que puede terminar.
Nuestros corazones ya no necesitan labios para unirse,
ni palabras solemnes para transformar el culto en deber,
ni espejismo de las pupilas para verse.

No me obligues a jurar de nuevo que te amo,
no me obligues a decirte cuánto otra vez.
Gocemos de la felicidad, aunque sea sin juramentos.
Saboreemos la ternura que diviniza los dolores
en lo que nuestras lágrimas nos dicen silenciosamente.

Amada, en este inefable remanso
se adormece hechizado el deseo
y se sueña en el amor como se sueña en la muerte.
Parece que se siente el fin del mundo.
El universo parece zozobrar o hundirse
en una caída suave y profunda.

El alma se aligera de sus cargas
por la inmensa huida de todo lo existente,
y la memoria se funde como si fuera de nieve.
En torno nuestro parece aniquilada
toda la vida ardiente y triste. Para nosotros
ya no existe nada; nada mas que el amor.

Amemos en paz. La noche es lóbrega
y el pálido fulgor de la antorcha se va extinguiendo.
Pudiéramos creemos en la tumba.
Dejémonos sumergir en los fúnebres mares
y adormecer por sus tinieblas
como después del último suspiro...

¿No es cierto que hace mucho tiempo
estamos juntos bajo tierra? Escucha cómo los pasos
estremecen el suelo encima de nosotros.
Mira desaparecer a lo lejos
las innúmeras noches del pasado como una sombría
bandada de cuervos que huyen hacia el Norte,
y disminuir a lo lejos la blancura de los viejos días,
como una inmensa nube de cigüeñas ¡que nunca han de volver!

¡Qué extraña y dulce es la velada de nuestros corazones
lejos de la esfera llena de sol cuyos rigores hemos soportado!
Ya no sé qué aventura apagó antaño nuestros ojos,
ni desde cuándo ni en qué cielo transcurre nuestro éxtasis.

Las cosas de la antigua vida
han huido por completo de mi memoria; pero,
en todo lo que alcanzan mis recuerdos, siempre te he amado.
¿Qué ser bienhechor hizo erigir este lecho?
¿Qué himeneo dejó para siempre tu mano en mi mano?
Pero no importa, amada mía.
Durmamos bajo nuestros ligeros sudarios,
solos al fin por toda la feliz eternidad.

Versión de Max Grillo

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posted by Alfil @ 3:26 AM  
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